Lasciate ogni speranza


En la niebla, dice Milán Kundera, todos somos libres, pero es la libertad de alguien que está en tinieblas (no entrecomillo, pero es de Los testamentos traicionados).

Toda la vida ocupando nuestro tiempo con el objetivo de tener una razón para seguir. Planeando la adquisición de un coche, un móvil o una casa que nos distinga, presentes en cada evento para que no se diga que nuestra vida es tiempo perdido. La tiniebla debe ser la incertidumbre que rodea a Antoine Roquentin en su búsqueda de sentido, hasta que por fin sentado en un banco de un parque, mirando la raíz de un árbol, entiende que quizá el sentido es que no tiene por qué existir sentido alguno (La náusea de Sartre).

La niebla es lo otro. Ese mundito que han construido los nuevos intelectuales de la cultura globalizada para que pasemos el rato y que mientras lo hacemos dejemos algo en la caja… y creamos que somos libres, aunque en el fondo ellos son conscientes de que «el grupo, es decir nosotros, deseamos ser gobernados por una fuerza ilimitada. Sentimos una pasión extrema por la autoridad; en expresión de Le Bon, tenemos sed de obediencia» (Adorno, citando a Freud, a su vez citados por Zygmunt Bauman en Miedo Líquido).

En conclusión. Si seguimos dándole vueltas a la crisis de Irlanda, o al ataque de Corea del Norte, o a las elecciones catalanas, o a que deberíamos salir a la calle a protestar, o en todas esas cosas que a diario nos dicen que debemos considerar como importantes, estamos perdiendo la única opción de libertad que tenemos: Pensar, y hacerlo «sin cogniciones previsibles y de las que nada nuevo surge que no haya sido colocado allí de antemano» (Adorno). O como decía un profesor mío de historia (el gran Gómez) «una persona se puede dar con una canto en los dientes si logra tener una idea propia, suya, en toda su vida, entonces podrá decir que ha vivido».

Hasta que no empecemos a lograr eso entre todos, que es lo único que nos permitirá construir cosas nuevas, ya que el modelo que nos rige ha quedado obsoleto y las alternativas que nos presentan están trasnochadas, hasta que no pensemos con libertad, aunque sea para meter la pata hasta el fondo, seguiremos en tinieblas, y la inscripción que Dante Allighieri sitúa sobre la Puerta del Infierno (abandonad toda esperanza Lasciate ogni speranza) será nuestro único futuro.

Como yo no tengo ideas ni pienso de forma autónoma, he robado todos los argumentos de este post. A modo de tertuliano de la tele, pero sin pillar los eurazos que se llevan ellos.

Necesitamos algo nuevo, amigos.

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